225 Ramas del árbol de la vida

Siempre me han fascinado los animales, las plantas y, en general, todo lo que tiene que ver con el entorno natural; me interesa conocer cómo el milagro de la vida se abre paso; me preocupa que la ambición económica desmedida de algunas empresas y organizaciones esté rompiendo el delicado equilibrio de los ecosistemas; me entristece ver nuestra falta de cuidado al desenvolvernos en el medio natural y cómo dañamos múltiples especies; me maravillan las habilidades, destrezas y modos de vida de algunos organismos; me intriga saber cómo ha surgido la vida y se ha diversificado en millones de especies; me atrae, en suma, irresistiblemente la vida.
Que ahora esté leyendo estas líneas es una clara señal de que también usted es una persona preocupada por el medioambiente. Solo siendo conscientes del penoso estado en el que se encuentra el entorno natural, los ciudadanos podremos impulsar un cambio en los gobiernos y modificar en lo que sea necesario nuestro modo de vivir.
Para ello, le propongo adentrarse en el árbol de la vida, un concepto que no es muy diferente del sistema de carpetas y archivos que, hoy en día, solemos manejar en nuestros dispositivos digitales. Al igual que nuestras imágenes y documentos se organizan jerárquicamente, las especies también adoptan una clasificación ordenada que nos permite discernir su procedencia y evolución, como si del árbol genealógico familiar se tratara. Echar una ojeada entre sus ramas, es algo al alcance de cualquiera. Escudriñando entre sus ramificaciones, podemos llegar a intuir cómo la vida es una aventura fabulosa, en la que no estamos solos. Y que, si de la variedad ha surgido semejante sinfonía de colores, de la escasez puede sobrevenir la oscuridad.
Si tras la lectura del presente texto, aprecia un poco más las múltiples formas de vida, puede que en lo sucesivo altere su modelo de consumo o su voto y puede que, entre todos, mejoremos la lamentable situación por la que está atravesando nuestra querida Tierra. Recordemos que no hay planeta B.

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